La forma de Maki diseña también la inmaterialidad de la luz, que se convierte en la decoración de la lámpara: el resplandor se deja filtrar por los bordes de las láminas metálicas enrolladas, creando una sensación dinámica y suave.
La luz se proyecta hacia abajo, con un haz directo y puntual, pero de todas formas suave.
Un doble efecto luminoso que permite a Maki crear por sí misma un sugestivo efecto escenográfico en el ambiente alrededor, prestándose al mismo tiempo a la realización de composiciones lineares, para iluminar mostradores y penínsulas.
Los colores escogidos, blanco y gris claro, ponen en evidencia la pureza de la inspiración de Maki, su ligereza y su poeticidad: una idea luminosa en el espacio doméstico o colectivo.